CÍRCULO DE TEOLOGÍA DEL SENTIDO COMÚN PRESENTA:

 

INTRODUCCIÓN

 

Consultando en la biblioteca del Ateneo de Madrid la obra monumental Patrología Orientalis, de R. GRAFIN y F. NAU[1], me encontré, en el tomo II, preparado por el Dr. REVILLOUT, agazapado en la página 43, una especie de mapa, elaborado a mano, con el título “Reino de Nazarín”, en el que aparecían las siguientes elementos topográficos: Río Jordán, Dan, Monte Hermón, Paneas, Betsaida, Cafarnaún, lago Genesaret. En medio del mapa, una cesta de panes y peces.

El nombre Nazarin me recordó rápidamente el título de una novela espiritualista de mi paisano canario Benito Pérez Galdós, que por aquellos años del siglo veinte frecuentaba las aulas y tertulias del Ateneo de Madrid. Galdós, que se había interesado por la figura histórica de Jesús, estaba al tanto de los comentarios a los apócrifos de REVILLOUT. Nazarin, llevada luego al teatro por LUIS BUÑUEL, en el año 1959, ha sido considerada “apócrifo bíblico contemporáneo”[2]

Entonces, puse especial atención en la lectura del apartado del libro del Dr. REVILLOUT, El evangelio de los doce apóstoles. Se trata de una edición preparada por el egiptólogo conservador del Museo del Louvre, especialista en demótico y copto, de una importante colección de fragmentos evangélicos de papiros, conocidos como evangelios apócrifos de los Doce Apóstoles. Se estima que fue compuesto hacia el siglo II, cuando ORÍGENES lo menciona[3].

Comenta REVILLOUT, que ORÍGENES tenía este evangelio como el más antiguo de los apócrifos, junto al de los Egipcios. En ambos se hace referencia a una tradición que estuvo arraigada en la Alta Galilea y en Siria, según la cual Jesús fue propuesto como rey heredero de Herodes Filipo, tetrarca de Iturea, a la muerte de éste, con apoyo de Tiberio, que intentaba el nombramiento de un rey único para toda Palestina, rey de Israel, con los poderes y autoridad de Herodes el Grande, que acabara con los conflictos permanentes de aquella subprovincia de Siria. Este proyecto de Tiberio, preparado por su enviado Carius, tuvo la fuerte oposición de Herodes Antipas y Pilato, perseguidores de los nazoreos Juan Bautista y Jesús de Genesaret.

Una revisión de la muerte de Filipo, fechándola en el año 31, presta verosimilitud a la cronología del proyecto. Fue, quizás, el momento evangélico en el que Jesús, tras haber dado de comer, en “dos multiplicaciones”, a multitudes desesperadas y hambrientas en la Alta Galilea, que andaban “como ovejas sin pastor” (Mc. 6, 30), y el pueblo de Iturea, agradecido y fervoroso, intentó forzar a Jesús para que se constituyese como su rey (Jn. 6, 15). La prueba más palpable de que Jesús no lideró un movimiento mesiánico de tipo zelótico es que pudo haber aprovechado el fanatismo de una masa complacida, una masa tal como la de la región de la Traconitide, cercana al suceso de la “multiplicación”, para ponerse la corona, tal como hizo Astronges, el bandido pastor[4].

Hay un fragmento del evangelio apócrifo en el que se hace mención de un complot, urdido por Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea, con capital en Tiberias, en la orilla oeste del lago, que intentaba su proclamación como rey único, y entonces Tiberio ordena que sean confiscadas y puestas a recaudo las propiedades de Filipo, para protegerlas de la usurpación del hermanastro, cuyo proyecto era la anexión del territorio transjordano de la Galilea norteña.

Antipas ya había sido denunciado por el Bautista Juan (Mc. 6, 17), y una vez que lo asesinó, estaba temeroso de que Jesús el Nezereo, continuador de la revolución nazorea, intentara igualmente rebelarse (Mc. 6, 14-16; Mt. 14, 1). El origen del problema tenía carácter dinástico porque Antipas mantenía “una relación inicua con la mujer de su hermano”, Herodias, a la que retenía indebidamente junto con su hija. Esta, según JOSEFO, se llamaba Salomé, nombre que es silenciado por los evangelistas.

Salomé, que no era hija de Herodes Filipo tetrarca, sino de otro Herodes Filipo, de la misma madre, casado con Herodias, llegó a ser esposa del tetrarca de Iturea.

Esta Salomé, viuda de Filipo de Iturea, era –según testimonio de los evangelios- seguidora y protectora, con sus bienes, de Jesús. Y, como tal, se le supone asistente y colaboradora en los milagros de las “multiplicaciones”, tras cuyo episodio tuvo lugar el intento de proclamar rey a Jesús, que, entonces, huyó del tumulto: “Y Jesús, sabiendo que venían para arrebatarle y hacerle rey, se retiró al monte él solo” (Jn. 6, 15).

Esta Salomé discípula, benefactora del movimiento samaritano josefino de los nazoreos, ¿se ofreció como esposa al Nezereo, el Príncipe de Genesaret, queriendo favorecer el proyecto de Tiberio de un rey único aceptado por el pueblo?

En otro pasaje del Evangelio de los Doce Apóstoles, traducido y comentado por Eugenio REVILLOUT, se constata la preferencia de Tiberio por Jesús como rey:

“Carius, pues, el enviado del emperador, cuando hubo oído hablar de los milagros que Jesús hacía, se apresuró a acercarse a él, y lo vio, y se conmovió de su autoridad. Y dijo a Herodes (Antipas): Este es el más digno de ser nombrado rey de toda Judea y de todos los bienes de Filipo”[5].

Entonces tuvo lugar la gran conspiración de los herodianos con los sacerdotes y fariseos de Jerusalén “para acabar con Jesús” (Mc. 3, 6). Lo que explica el pasaje de Lucas 13, 31: “Aquel mismo día vinieron algunos fariseos a decirle: “Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte”[6].

Jesús el Nezereo, de la estirpe israelita de José, el príncipe entre sus hermanos, y de Efraín, el descendiente elegido de José; del linaje de Josué, nacido en Belén de Zabulón, pequeña aldea de Gen-Nezereth, “jardín del príncipe”, luego Genesaret (Mt. 14, 34; Mc. 6, 53), perseguido por Herodes Antipas, que gobernaba cerca del lugar, en Tiberias, después de la muerte del Bautista, se refugió en Cafarnaún, que estaba en “la otra orilla” del lago y del río, en la tetrarquía de Filipo, que tenía su sede capital en Betsaida-Julia, lugar de nacimiento de discípulos de Juan, luego suyos.

Allí llegó, residiendo en Cafarnaún, “su ciudad” de refugio (Mt. 9, 1). Por eso dice el evangelista: “… y dejando Nazaret,  vino  y  habitó  en  Cafarnaún  (Mt. 4, 13).  Allí,  en Iturea, protegido por Filipo, desarrolló Jesús, principalmente, su misión profética soteriológica. El Mesías allí esperado, y en Samaria, era el Salvador del mundo” (Jn. 4, 42).

Un mapa de la Alta Galilea, la “Galilea de los gentiles”, la Decápolis y Perea (la Galilea Transjordania de Herodes Antipas), nos muestra los sitios más importantes de la vida pública de Jesús: Betsaida, Cafarnaún, Cesárea de Filipo, el Monte Hermón, Gerasa, Betania, Efrén,… Allí se ubicaron los sucesos más significativos: El Sermón del Monte, el Padre Nuestro, la Multiplicación de los panes, la Pesca milagrosa, la Transfiguración, el Envío de los Setenta y dos, el Bautismo de Jesús por Juan, la declaración de Natanael[7], la Confesión mesiánica de Pedro, el Anuncio de su muerte en Jerusalén….

El casamiento de Jesús con la viuda del tetrarca Filipo, fallecido, Salomé, le otorgaba jurisdicción regia, convirtiéndole en rey temporal. Si Jesús tuvo esposa, la hipótesis de matrimonio con Salomé, princesa idumea de la dinastía herodiana, reinante entonces en Palestina y la única que validaba el derecho a ser rey al Nezereo, con la aceptación política de los romanos, es plausible en el contexto evangélico de la afirmación hecha por Jesús ante el prefecto Pilato, en su juicio:

“Le preguntó entonces Pilato: ¿Así que tú eres rey? Jesús le contestó: Tú lo has dicho. Soy rey” (Jn. 18, 37).

Hay una referencia explícita en el Evangelio de Tomás, apócrifo de Nag Hammadi, de carácter gnóstico, que confirma el hecho de que Salomé matrimonió con Jesús:

“Dijo Salomé: ¿Quién eres tú, hombre, y de quién eres? Tú te has subido a mi lecho y has comido en mi mesa… Yo, que soy tu discípula” (Ev. Tom 61).

Hay un reciente hallazgo de un fragmento apócrifo, escrito en idioma copto, quizás compuesto en el s. II, pieza que ha llegado a ser denominada Evangelio de la esposa de Jesús[8]. En él se incluye la frase: “Jesús les dijo: mi esposa….” Frase igualmente explícita,  en la que Jesús afirma su condición de hombre casado.

La dificultad más seria, ante este planteamiento, surge de la tradición eclesiástica, casi dogma, que atribuye a Jesús la condición de celibato, entrañablemente relacionada con su naturaleza divina, dando lugar a escándalo la opinión contraria. Pero, de hecho, se contradice con las costumbres palestinas de la época de Jesús, en las que lo escandaloso resultaba ser la soltería de un rabino o maestro.

La identificación geopolítica del territorio del “reino de Jesús” con Idumea, nombre genérico de la tetrarquía de Filipo, en el que se asentó la candidatura o el ejercicio del reinado temporal del Nezereo, reclama una revisión crítica y exegética de las secuencias del desarrollo vital de su misión. Lo que exige correcciones en el trazado biográfico y geográfico de su vida pública.

Los datos básicos de las enmiendas se encuentran en los mismos evangelios, cuyas relecturas o versiones, confirmadas canónicamente, han permitido falseamientos y añadidos, de carácter interesado, que han desestructurado los signos y significados del mapa.

En lo que respecta a la fisionomía topográfica de la Palestina de Jesús, las tradiciones judeo-cristianas han introducido elementos topográficos extraños, relacionados con los lugares más típicos de la vida del Nezereo, destinados a su “judaización”. Esto ha dado lugar a duplicidades toponímicas: dos sitios de nacimiento, Belén de Judá y Belén de Zabulón; dos localidades con el nombre de Betsaida, en ambas orillas del mar de Galilea, situadas en tetrarquías distintas; dos Betanias, una Transjordana, donde Juan bautizó a Jesús, y otra, inventada, cerca de Jerusalén, donde se afirma que tuvo lugar la Última Cena y sucedió la Ascensión al Cielo de Jesús[9].

Son también determinantes otras desfiguraciones o deslocalizaciones. Nazaret es una ficción geográfica en vida de Jesús, y en el Antiguo Testamento. Sí existió Gen Nezeret, que luego se leyó Genesaret, con el significado de “Jardín del Príncipe”. Esta fue la tierra de Jesús, una llanura fértil en el lado oeste del lago del mismo nombre, que figuró también como lugar de población (Mt. 14, 34; Mc. 6, 53), también descrito por F. JOSEFO.

Cafarnaún, lugar de residencia de Jesús, llamada “su ciudad”, oficialmente se la ha ubicado en la tetrarquía de Herodes Antipas, junto a Tiberias, la capital de Galilea. Estaba situada “en la otra orilla”, cerca de Betsaida-Julias, la capital de Iturea, tetrarquía de Filipo.

Otra deslocalización importante en los evangelios es la que se hace del “pretorio” o “palacio” del “gobernador”, donde tuvo lugar el juicio a Jesús, identificándolo con el “palacio de Herodes” en Jerusalén. Pero, “palacios de Herodes” hubo varios, el más importante el que estaba, como “pretorio” en Cesárea del Mar, sede del gobernador o prefecto de Roma.

La división política de Judea, después de la muerte de Herodes el Grande, dio lugar a varias zonas de conflicto entre Samaria y Judá, unificadas, y entre la Baja y Alta Galileas.

La conflictividad entre galileos surgió básicamente en torno al Lago Genesaret, por motivos de pesca y de aduanas. Las capitales de uno y otro territorio, tetrarquías autónomas, estaban situadas, en uno y “otro lado del río Jordán”, que desembocaba en el lago. Sus poblaciones eran de costumbres y creencias diferenciadas, la de Herodes Antipas muy judaizada por coloniaje desde tiempo de los asmoneos; la de Herodes Filipo más liberal por efecto del helenismo del foco de la Decápolis.

Un acento muy marcado de la diferencia estaba en la distinta concepción que se tenía de la “llegada del Mesías”: los samaritanos o nazoreos (tribus del Norte) esperaban a un Profeta, “tal como Moisés”, Mesías espiritual, “Revelador”, “Restaurador”, al que denominaban “el Taheb”. Los judaitas o tribus del Sur, cuyo centro religioso estaba en Jerusalén, esperaban al “hijo de David”, Un Mesías-rey Ungido, nacionalista, que impusiera el imperio teocrático de Yahvé al mundo.

Jesús, que negó su condición de Mesías davídico, con gobierno en la Sión de Judá, y se consideraba “Mesías de Dios”, fue así confesado por Pedro en Cesárea de Filipo, teniendo al fondo el Sión del Monte Hermón, que esa era la idea nazorea del sabio Natanael, al declararle rey de Israel.

Jesús de Genesaret, el Nezereo, fue un “rey sabio”, tal como  lo  consideró MARA BAR SERAPION, filósofo sirio de finales del siglo I, cuando preguntaba: “¿Qué ventaja obtuvieron los judíos cuando condenaron a muerte a su rey sabio?”

En Iturea también hay que trazar el mapa iconográfico o hagiográfico de Jesús de Gennesaret.

Junto a Betsaida, “lugar de peces” o “lugar de redes de pesca”, se ofrece una ilustración con una cesta grande, repleta de pescado, alusiva a la “pesca milagrosa” y a la “multiplicación”.

Junto a Panias o Cesárea de Filipo, lugar del Pan divino o “dios Pan” helenizado, y teniendo en perspectiva el desierto o “despoblado” en el que Jesús dio de comer a una multitud, “multiplicando” panes y peces, también ha de ilustrarse con un cesto, sin fondo, de alimentos para saciar a los pobres.

A “los pobres de la tierra” dirigió Jesús, en una Montaña o en una llanura, según versiones distintas, localizable en Iturea, su famoso Sermón del Monte. Y allí enseñó el Padre Nuestro.

El Monte Hermón, la “Casa de Dios”, también llamada “Sión” (que se repite en Jerusalén) fue el monte de la Transfiguración.

También en Iturea surge la figura mítica helenizada del Buen Pastor, asumida por el primer crestianismo en Siria.



[1] R. GRAFIN – F. NAU, Patrología Orientalis. Paris, 1907. T. II: Dr. E. REVILLOUT, Les Evangiles des Douze Apôtres et de Saint Barthelemy.

[2] V. F. PEÑA FERNÁNDEZ, Apócrifos Bíblicos Contemporáneos: Definición estructura y análisis. Tesis doctoral. Univ. Complutense de Madrid, 2002.

[3] Cit. De Viris illust. 13: MI – 23, 630.

[4] Astronges, pastor-bandido mesianista, reunió con cuatro de sus hermanos un grupo de gente en Judea, ante los que se impuso la corona, y mantuvo en su territorio el poder durante bastante tiempo, atacando a las tropas herodianas y romanas, cuyo poder y dominación quería eliminar. Su lucha, al estilo zelote, fue cruenta hasta que el movimiento fue vencido (Ant. Jud. XVII, 278-285)

[5] Un fragmento del Evangelio de Pedro, apócrifo hallado en Egipto, en el invierno de 1886-87, cuya composición se calcula hacia el año 80, parece confirmar todo esto.

[6] Esta tesis, con los comentarios de Eugéne REVILLOUT, y sus propias conclusiones, es recogida por R. AMBELAIN, Jesús o el secreto mortal de los templarios. Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1982. Cap. 15: “El Rey de los Judíos” (pp. 142-149).

[7] Natanael, prohombre de la Galilea samaritana, que también recibía el nombre de Dositeo, discípulo de Juan Bautista y maestro de Simón Mago, le había declarado: “Tú eres el rey de Israel” (Jn. 1, 49).

[8] Publicado por la profesora Karen Leigh King, con Anne Marie Lvijendijk: ”The Gospel of Jesus´s Wife: A New Coptic Gospel Papyrus”. Harvard Divinity School. Septiembre 2012.

[9] Al evangelista Juan, que localiza la Betania Transjordania (1, 28), se le hace decir luego en 11, 18: “Betania está cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros”. Esta Betania no es mencionada por F. JOSEFO, ni es conocida en el AT. Mateo menciona, en su lugar a Betfage.

 

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